- Aprendamos
a decir no. Más que un bien le hacemos un daño a nuestros hijos cuando les
damos todo lo que quieren. Motivamos el inmediatismo, la falta de esfuerzo
y le damos a la satisfacción un papel muy peligroso.
- Pongamos
límites claros, mediados por el afecto y la argumentación. Expongamos
razones que justifiquen las normas, no respondamos simplemente “porque no”
o “porque si”.
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